Placa homenaje al Dr. Santiago Ramón y Cajal en la Real Academia de Medicina de Catalunya
En el Hospital Vall d’Hebron, al igual que en toda Catalunya, conviven el catalán y el castellano sin ningún problema.
Desde el primer día notas que el catalán está presente en el día a día del Hospital. Muchas sesiones son en catalán y en determinadas ocasiones es el idioma habitual del grupo con el que trabajas o con el que te relacionas. Sin embargo, en ningún momento te sientes excluido.
Antes de llegar a Barcelona, mis conocimientos de catalán eran nulos. No obstante, el hecho de trabajar con gente catalanoparlante hace que poco a poco vayas acostumbrándote al idioma.
A los pocos meses notas que puedes entenderlo prácticamente todo y sin la necesidad de haber realizado ningún curso ¡Hasta incluso te atreves a hablarlo!
En el Hospital no se imparten clases de catalán pero existe la posibilidad de recibir clases en horario de tarde de forma voluntaria. De todas maneras, el día a día, el envolverte dentro de la cultura catalana y, sobre todo, el tener ganas de aprender hace que al final acabes desenvolviéndote en el idioma hasta el punto de defenderte incluso con pacientes y compañeros.
Respecto al catalán escrito es cierto que es complicado y pocos castellanoparlantes pueden escribir los informes en este idioma. Pero mi experiencia es que se intenta unificar los informes en castellano no sólo por los médicos que no sabemos escribir en catalán sino también porque muchos de nuestros pacientes son castellanoparlantes.
En conclusión, el castellano convive con el catalán en el día a día de nuestro centro hospitalario por lo que el tema del idioma no debería ser el aspecto más importante a tener en cuenta a la hora de elegir tu lugar de residencia. Con ganas y con apertura de miras, puedes aprenderlo pronto e incluso hablarlo.
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Como inglesa que hizo su residencia de familia en parte en el Vall de Hebron, estoy totalmente de acuerdo que lo que prima a la hora de elegir plaza y hospital es el nivel clínico y el interés por la formación. Llegue sin hablar catalán y esto no fue ningún problema. Sólo tengo palabras de elogio para mi tiempo en el Vall de Hebron y la organización de las guardias que me prepararon perfectamente para volver a trabajar en urgencias en Inglaterra. Volvería sin dudar a coger la misma opción. Y sigo leyendo algún que otro libro en catalán.