Estudié medicina por dos motivos principalmente distribuidas en un 50-50%. Por un lado estaba el deseo de aprender, conocer y comprender el cómo y en parte algo del por qué de la mayoría de las cosas de la biología del ser humano; el fantástico mundo de la fisiología. Por otro lado, estaba el utilizar ese aprendizaje, ese conocimiento y lograr transmitirlo para educar, ayudar y aportar a mis semejantes.
Elegí Oncología en particular, porque creo que es una de las ramas de la medicina que mayor campo de acción tiene actualmente (investigación que luego aporta avances a la sociedad). Sin desmeritar ni desacreditar ninguna otra rama, personalmente considero que la oncología es la parte del conocimiento médico que apenas se está solidificando en sus bases y madurándose en sus conceptos por lo que ofrece mucho tanto al profesional que se forma en ella como a los pacientes que padecen de alguna patología que le concierne a dicha área.
¿Por qué elegiste el Hospital Vall d’Hebron?
Viniendo desde el otro lado del Atlántico me tocó realizar una especie de ‘tour’ para conocer los hospitales de España. Así, en el momento de la elección de plaza en el ministerio en Madrid, teniendo aún muchas opciones, me decanté por un hospital que desde fuera ya se conoce. Es un referente internacional, además de muy fuerte y potente en investigación. A todo eso cabe añadirle que cuando lo visité tuve esa corazonada de ser el sitio ideal para mí.
¿Qué destacarías de los primeros días como residente?
Como todo proceso, el inicio puede parecer algo complicado, más si vienes del extranjero, sientes que en algunas cosas te adaptas más rápido que en otras. Sin embargo, con la idea de aprender y de aportar lo aprendido, con el paso de los días poco a poco se va adquiriendo el ritmo de trabajo.
Todos los profesionales (residentes, adjuntos, personal de enfermería y muchos otros que todavía se me escapan…) se han comportado de forma muy correcta y atenta haciendo que el ambiente de trabajo sea agradable y cooperativo.
¿y de estos primeros meses?
Estos primeros meses de inicio de la residencia los he vivido con mucha expectativa y algo de ansiedad ante el nuevo reto viniendo desde tan lejos (en mi caso desde Colombia).
Por el momento, no he entrado mucho en contacto con mi servicio, pero sí con otras áreas de la Medicina Interna. A mí personalmente, es una especialidad que también me gusta mucho y que me parece importante para sentar bases y posteriormente sumergirse con mayor seguridad en la Oncología o en otras áreas más específicas. Así que me encuentro satisfecho e ilusionado con el hecho de poder dedicar los primeros años de mi formación a lo más básico.
No hay que negar que el primer contacto con el funcionamiento en general del hospital es un choque; en algunos lugares encuentras quien te facilita un poco la adaptación y en otros vas un poco más solo, con las ventajas y desventajas que cada ambiente pueda representar.
Por el momento, pretendo aprovechar cada oportunidad de aprendizaje que se me brinde, tanto a nivel profesional como personal, así como también estaré atento a cualquier aporte que pueda hacer al hospital o a la comunidad.
¿Cómo afrontas los próximos cinco años de residencia?
Aunque sabiendo que no va a ser fácil, me siento con ganas y entusiasmo de afrontar esta aventura.
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